Cuando hablamos de Idea, aquella que aportar la manifestación de formas que permita la resolución de los problemas de la humanidad, surge la imagen de una gran campo de energía creado por pensamientos lúcidos e iluminados, sostenido por el Principio de Buena Voluntad,
actuando como “gluón” en esa nueva unidad de vida conectada con el correcto deseo de colaborar con el Plan. La Buena Voluntad es tan simple y práctica que las personas no sabemos aún valorar su poder o efecto científico y dinámico.
Es cierto que observar el panorama mundial puede causar desánimo, pero es prudente no entorpecer el libre albedrío de las personas, pues éstas han de desarrollar su auto-conciencia y luchar para conseguir sus propósitos. Esto es correcto y mientras avanza la evolución, llega un momento en que sabemos que hay algo más que la materia y una vocecita interior nos impele a buscar el bien común, por ello se nos sugiere estudiar los problemas de la humanidad desde la perspectiva inclusiva del alma y todos nosotros debemos tener siempre en cuenta estos principios fundamentales y tratar de ponerlos en práctica.
Consecuencia natural de poner en práctica “la correcta orientación en el rector pensar” propicia ir consolidando un nuevo sentido de los valores y de compromiso que nos van integrando en el grupo mayor. El ritmo y disciplina diaria nos hacen permanecer alertas, sin esperar resultados y reforzando la voluntad de continuar colaborando, siendo importante mantener el alineamiento con el alma.
A medida que avanzamos en el camino, vamos comprendiendo que somos un conjunto de diversas fuerzas y energías que tratan de condicionarnos, que buscan manifestarse a través de los vehículos de la personalidad (mental, emocional y físico) y que además, estos vehículos están sintiendo la presencia del alma.
Desde esta perspectiva se nos despliega el lienzo de la existencia, complejo, intenso, impredecible, desde nuestras reacciones al sufrimiento, a la alegría, al dolor, hasta el anhelo de felicidad, de progresar, por citar algunos ejemplos, pero el alma permanece atenta, es el Observador que percibe, observa e interpreta.
Ahora bien, la tarea no es nada fácil, sabemos que no es ni rápido ni sencillo experimentar o ver los efectos de los cambios a nivel externo de forma inmediata , pero mantenernos en el ser espiritual nos permite irradiar las cualidades del amor, reconocer y trabajar sobre dos verdades principales:
La realidad del Alma y el establecimiento de correctas relaciones, con la Divinidad y con nuestros semejantes.
Estas dos realidades tan sencillas y humildes contienen en sí mismas la labor que ha de desarrollar la humanidad y que, precisamente, por ser tan evidentes, no les prestamos la debida atención. Son los pilares del progreso espiritual, una tarea que no termina nunca, que cada vez es más sutil, más delicada e incluyente porque va alcanzando a más personas, expresando en el día a día las virtudes de un Hijo de Dios en la Tierra.
La frase “todos para uno y uno para todos” ha de fomentarse, tendiendo puentes, eliminando barreras, buscando y proponiendo acciones para que todos los ciudadanos vivan con dignidad, reconociendo la divinidad que vive en cada una de las personas.
El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo está trabajando de esta manera, ya que considera que a través de la acción de la buena voluntad el nuevo orden mundial puede establecerse en la tierra, poniendo el énfasis en la necesidad de establecer correctas relaciones humanas.
El camino es largo, pero las semillas están sembradas y todos los trabajadores espirituales estamos llamados a renovar el compromiso y unir nuestras manos en una colaboración más estrecha, más altruista e iluminada.