El Principio de Unanimidad.
Alicia Garcia.
La palabra Unanimidad siempre despierta en nosotros el sentido de una asamblea o de un tribunal, en el cual todos los que forman ese grupo deciden lo mismo, pero sabemos que en muchos casos es simplemente llegar a un acuerdo, sin que necesariamente todos tengan la misma opinión o incluso el mismo objetivo. En este caso, quizá sería más adecuada la palabra Uniformidad, ya que todo el grupo adopta la misma forma.
Si buscamos la etimología de Unanimidad, vemos que tiene el origen en el latín unanimitas, palabra compuesta de: unus (uno, único) y animus (respiración, aliento, vida). Yendo un poco más allá de la utilización de la palabra como ‘votar lo mismo’ o ‘llegar a un acuerdo’, vemos que la palabra implica una misma alma, un mismo aliento, o lo que sería lo mismo, una misma intención. Todos los componentes del grupo tienen el mismo objetivo, la misma intención, pero no necesariamente todos hacen lo mismo.
Podemos buscar la analogía en el cuerpo humano: cada órgano tiene una función completamente diferente de los demás, pero todos tienen el mismo objetivo, que es mantener la supervivencia del organismo común.
El problema que tenemos los humanos para mantener un objetivo común y trabajar en conjunto, poniendo todo nuestro esfuerzo para llevarlo a cabo, es que estamos limitados por nuestras propias creencias y espejismos. Espejismos que pueden ir desde “los demás no trabajan tanto, o no lo hacen tan bien como yo”, hasta “no sirvo para este trabajo. Los demás lo hacen mejor que yo. No soy de utilidad”. En medio de los dos extremos hay multitud de espejismos, mayores o menores, que restan fuerza al grupo.
Para mantener esa fuerza y alcanzar el objetivo común, hace falta implementar la voluntad de colaborar, olvidándose de uno mismo. No importa si eres mejor o peor. Lo que importa es que con tu trabajo, sea el que sea, el más importante o el más humilde, contribuyas al esfuerzo común. No importas tú: importa el grupo.
Cuando trabajamos desde nuestra personalidad, es decir, desde nuestro pensamiento y desde nuestra emoción, nuestra acción está condicionada por todo lo que llevamos con nosotros (educación, cultura, formación, creencias, etc.). Y aquí olvidamos el grupo. Solamente cuando trabajamos desde el alma tenemos conciencia de grupo.
Para el alma nuestra personalidad es solamente un instrumento a través del cual puede llevar a cabo ese objetivo común.
Pero mi alma no está separada de tu alma. Todas las almas son una, y cuando meditamos juntos y tenemos un objetivo común como es ayudar a la humanidad de la cual todos formamos parte, estamos actuando unánimemente (un-ánima-mente).
El Signo de Cáncer es el signo del colectivo. Simboliza nuestra casa, nuestro hogar, el lugar donde pertenecemos. El novilunio es un momento idóneo para construir en nuestro corazón esa casa iluminada donde damos cabida a todos los seres, haciendo surgir en nosotros el espíritu de colaboración amorosa.
Y antes de empezar nuestra meditación grupal, recitemos unánimemente, el mantra de Unificación:
Todas las almas son una
Y yo soy una con ellas
Trato de amar, y no odiar
Trato de servir, y no exigir servicio
Trato de curar, y no herir
Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y amor
Que el alma controle la forma externa, la vida, y todos los acontecimientos
Y traiga a la luz el amor que subyace en todo lo que existe en esta época
Que venga la visión y la percepción interna
Que el porvenir quede revelado
Que la unión interna sea demostrada
Que cesen las divisiones externas
Que prevalezca el amor
Que todos los seres, amen.