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El humano, a lo largo de la historia, ha sentido siempre que formaba parte de algo mucho mayor.

Ha tenido conciencia de formar parte del Universo, la naturaleza, lo visible y lo invisible, algo superior: llamado con muchos nombres, entre ellos Dios.

Los principios divinos son eternos pero las personalidades transitorias, y ello ha propiciado que la Humanidad beneficiando solo los intereses materiales del hombre, haya ido segmentado y anulando está visión holística de Unanimidad.

En nuestro interior, en el contacto con nuestra conciencia, se alberga la constante de que formamos parte de un Todo único. La compresión que tenemos de Él, va en relación con la compresión y el nivel de conciencia que la Humanidad desarrolle.

Percibimos, en muchos casos una totalidad incompleta, pero aun y así, toscamente o más claramente, la oímos, la percibimos. Esta percepción crece cuanto más nos relacionamos con lo Superior, ese Todo unido, Único, puede apreciarse más completo y profundo.

¿Puede nuestra conciencia reconocerse con la Unanimidad?

La reconoce porque formamos parte de ella. Reconocemos aquello que conocemos. Captamos la belleza por que la tenemos dentro, captamos la unanimidad del Uno, porque la conocemos, la somos en todo lo que se expresa.

Uniéndonos mediante la práctica de la Meditación, nos vamos vinculando con los demás en libertad y voluntad al bien. Cultivando el Amor, la inteligencia, la energía, y poniéndolo en acción.

Afinando la escucha interna, nos damos cuenta de los miedos que nos paralizan. Nos damos cuenta como el exceso de reflexión centrada en el yo, crea separatividad, produce una obsesión – cristalización del ego o personalidad- que impide la conexión con la Unidad

Lo importante no soy yo, lo importante es la expresión divina a través de mí y a través de TODO lo que hay a mi alrededor, visible y no visible. La expresión divina es inteligencia, amor y energía infinita, que se expresa energéticamente, uniendo toda la realidad, de manera ordenada e inteligente. Y podemos captarla porque somos su fruto, aunque todavía tengamos una visión parcial de la Divinidad y su naturaleza.

En el trabajo grupal vamos construyendo el Antakarana Grupal, el puente de conciencia entre alma y la unidad mental superior o conciencia superior.

En nuestra la práctica individual permanecemos unidos al esfuerzo del trabajo grupal. Sintonizamos equilibrio, ecuanimidad, aceptación. Juntos nos abrimos y nos acercamos a la belleza.

Colaborando con voluntad y propósito común lo obsoleto desaparece y nuestra comprensión se ilumina. Emerge así un nuevo espacio para compartir con el entorno, algo muy necesario para la evolución en el mundo.

Estudiantes de Meditació Creativa. Septiembre 2022

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