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BUENA VOLUNTAD

LA ESENCIA DEL FLORECIMIENTO HUMANO

 

Vincent Claessens.

Nuestra época está marcada por numerosas divisiones de todas clases. Ni un solo espacio de actividad humana queda excluido de esta tendencia actual en la que los opuestos parecen a menudo irreconciliables. A partir de esta constatación, los medios de comunicación transmiten representaciones del mundo poco esperanzadoras, caracterizadas por el conflicto, la violencia, la guerra, la criminalidad, etc.

Esta imagen debe relativizarse, puesto que las estadísticas nos muestran que en realidad las relaciones humanas son mucho mejores que antes: por ejemplo, el número de víctimas de la guerra no deja de disminuir desde hace 40 años.

En lugar de publicar un periódico lleno de malas noticias, sería justo compartir igualmente las buenas noticias en el informativo televisivo. Especialmente porque la exposición repetida a imágenes de hechos dramáticos y a escenas de violencia es un obstáculo para el florecimiento humano.

El psiquiatra Roberto Assagioli nos advirtió de las consecuencias sobre la salud mental: «Tal insistencia solo puede servir para intensificar la agresión por medio de lo que se ha llamado el poder de nutrir de la atención. Sería, pues, una buena medida de higiene psicológica elemental, de protección de la salud mental, evitar o al menos limitar considerablemente la exposición a relatos sensacionalistas e ilustraciones de este tipo. Esto no significa que se hayan de cerrar los ojos ante la agresión y la violencia, e ignorar su existencia. Una cosa es hacer frente a una información objetiva sobre estos hechos, con un objetivo útil, y otra someterse inútilmente y sin discriminación a una avalancha de descripciones e imágenes sensacionalistas»”1 . En la época de las redes sociales y las cadenas de televisión difundiendo información continua-mente, es aún más importante aplicar este consejo hoy en día.

Existe una fuerza de la que nunca se habla en los medios de comunicación, una fuerza capaz de cambiar el mundo y resolver todas nuestras crisis actuales: es la Buena Voluntad. Les propongo centrar nuestra atención sobre ella, y ver cómo es un vector importante en nuestro florecimiento. La palabra «florecimiento» fue el tema de la carta de la Escuela Arcana (de julio de 2022). En ella vimos que el florecimiento está en relación con el reino vegetal.

 Se dice, por ejemplo, que una flor florece con la luz del sol. A veces se compara de manera metafórica al ser humano con un árbol, con una columna vertebral que equivale al tronco, las piernas se relacionan con las raíces y el cerebro corresponde al follaje.

Añadamos a nuestra descripción,  que los frutos del árbol podrían simbolizar aquí nuestros pensamientos y las acciones que de ellos se derivan. Así para que florezcan buenos frutos, es necesario cultivar nuestro jardín. Vamos a ver cómo…

En la anatomía energética del ser humano existen los plexos nerviosos. Son los centros energéticos que animan y condicionan el psiquismo humano. Los orientales los llaman chacras, que simbolizan bajo la forma de flores de loto (otra referencia al reino vegetal).

Parémonos un instante en el corazón, que puede simbolizarse mediante un loto de doce pétalos. El corazón se percibe generalmente como el difusor del amor espiritual. Para la mayoría de las personas, el amor se expresa como un apego afectivo o un sentimiento cálido hacia sus allegados, y la cualidad más elevada del amor espiritual les parece demasiado alejada de su vida cotidiana.  No obstante, la mayoría de seres humanos son capaces de tener buena voluntad, que no es otra cosa que amor en acción 2. Cada día, en un impulso de buena voluntad, miles de seres humanos, actúan humildemente en silencio para ayudar a sus semejantes de una manera u otra.

Para comprender mejor el funcionamiento de la buena voluntad, concentrémonos un instante en el altruismo. Daniel Batson, experto en psicología social, ha estudiado durante mucho tiempo la empatía y el altruismo, y ha declarado: “el hecho de sentir empatía hacia una persona necesitada suscita la motivación de ayudar a esta persona, y los beneficios propios no son el objetivo final de la ayuda, sino las consecuencias involuntarias3.

Esta teoría, propuesta inicialmente para explicar la relación de ayuda, implica que el altruismo puro es posible y que el egoísmo psicológico es un error. Se comprende mucho mejor si nuestro razonamiento lógico se centra en la interdependencia, que es la base de todas las relaciones.

Esta conciencia de la interdependencia es el factor común de todas las sociedades tradicionales. Las duras condiciones de vida a la que se enfrentaban estas sociedades milenarias implicaban, como algo natural, una solidaridad implícita entre cada miembro de la comunidad. Era una cuestión de supervivencia.

Hoy en día, el individualismo impregna con fuerza la civilización occidental. Esto no se debe solamente a nuestra ideología capitalista. Ciertamente se observa que en toda sociedad que adquiere un cierto grado de facilidad y confort materiales, el vínculo social tiende a debilitarse. Al no necesitar ya a los demás para asegurar la supervivencia, la solidaridad disminuye y el «cada uno para sí mismo» se convierte en la regla. Pero esta visión estrecha nos muestra hoy su límite.

Ante las catástrofes climáticas que se suceden a un ritmo exponencial, tomamos de nuevo conciencia de la fragilidad de la vida y empezamos a comprender que una nueva solidaridad es necesaria para nuestra supervivencia.

Los desafíos planetarios son tales que resulta crucial que emerja una nueva cultura; una cultura fundada en la fraternidad solidaria. El papel de los medios de comunicación es hacernos ver lo que ocurre en los cinco continentes para que cada uno se dé cuenta de los lazos de interdependencia. Con esta conciencia inclusiva, todos seremos conducidos a lograr una solidaridad planetaria.

La solidaridad planetaria aparece un poco durante las grandes catástrofes humanitarias en las que la ayuda del mundo entero se manifiesta espontáneamente. Pensemos por ejemplo en el Tsunami  que arrasó diversos países de Asia en el 2004. La reacción colectiva resultó ser la mayor movilización de ayuda mutua de todos los tiempos.

En situaciones extremas, el ser humano se muestra capaz de tener buena voluntad. Un auténtico deseo de ayudar lo lleva a tender la mano a sus semejantes necesitados. Pero en cuanto la vida normal retoma su curso, los viejos hábitos individualistas reaparecen.

Por lo tanto, es necesario conocer cuáles son los obstáculos a la buena voluntad, al altruismo y al florecimiento, ya que todo ello está relacionado:

  • En primer lugar, está el miedo en todas sus formas: angustia frente al futuro, aprensión ante las crisis económicas, miedo al extranjero, terror hacia la criminalidad… Frente a este veneno psíquico, lo primero a hacer, nos dice Assagioli, «es evitar alimentar y exacerbar esos miedos con profecías de catástrofes infundadas y dirigir nuestra atención de manera firme y deliberada hacia ámbitos positivos y constructivos. Sólo en la medida en que nos liberemos de este abrumador pánico colectivo respecto a todas estas cuestiones vitales, seremos verdaderamente capaces de hacer algo al respecto». 4
  • Luego viene un segundo veneno: la depresión y el desánimo. Son grandes obstáculos para el florecimiento, pero también para la expresión de la buena voluntad, porque alimentan una visión pesimista de la vida, y una desesperación frente al futuro, que socava cualquier impulso de buena voluntad. Entonces el individuo se repliega en sí mismo, lo que crea un sentimiento de inutilidad y de frustración que a su vez alimenta la depresión. Como sugieren los Aforismos del Yoga respecto a los obstáculos para la unión, por lo tanto para el florecimiento, «… pueden ser superados mediante una actitud mental opuesta.» (Sutra 10, II). Debemos pues cultivar una actitud positiva hacia nosotros mismos, frente al futuro, y frente a la vida.

  • Otro veneno psicológico muy extendido: la codicia, expresión del deseo egoísta. Para Buda, es la fuente de todo sufrimiento. Este deseo se expresa en nuestros hábitos de consumo en los que un objeto reemplaza a otro sin aportarnos jamás una satisfacción real. Nuestro comportamiento en el tiempo libre muestra igualmente que buscamos una experiencia placentera, después pasamos a otra aún más sensacional, y todo ello en una loca carrera en la que la novedad reemplaza rápidamente la experiencia presente para suscitar más deseo. Este círculo infernal tiene graves consecuencias en nuestro medio ambiente. Nuestro planeta está saturado de estos bienes de consumo usados, consecuencia de este frenesí. No se trata de rechazar todos nuestros deseos, sino de regular hábilmente sus manifestaciones. Entonces, planteémonos la pregunta:   ¿Qué es más importante, satisfacer mil deseos o dominar uno solo?. El filósofo Epíteto nos da una respuesta radical, diciendo: «La felicidad no consiste en adquirir y disfrutar, sino en no desear nada, pues consiste en ser libre».

    Aquí conviene distinguir claramente entre amor y deseo. El deseo conduce al apego y nos hace esclavos, mientras que el amor nos libera. El amor es la luz de la libertad para todas las formas de vida. Volvamos a la buena voluntad para hacer otra distinción importante.

    Estudiando profundamente la voluntad y sus manifestaciones, Roberto Assagioli ha discernido la voluntad fuerte, la voluntad hábil y la buena voluntad. Y añade: «Aunque la voluntad esté dotada de fuerza y de habilidad, no siempre es satisfactoria. En efecto, incluso puede llegar a ser un arma peligrosa, porque si tal voluntad se dirige hacia el mal, se convierte en un gran peligro para la sociedad…«

    Existen dos grandes leyes que operan en el universo psicológico y material: la ley de acción-reacción y la ley de ritmo y equilibrio. Por su actuación, quienes causan el mal atraen el mal hacia ellos… A causa de la acción de estas leyes, la voluntad debe ser buena para que se realice. Así, la buena voluntad es a la vez deseable e inevitable en última instancia. Se puede pues afirmar que aprender a seleccionar buenos objetivos es un aspecto esencial del entrenamiento de la voluntad. Es necesario, tanto para el bienestar general como para nuestro propio bienestar, que nuestra voluntad “sea buena a la vez que fuerte y hábil”. 5

  • Un último obstáculo para la expresión de la buena voluntad en el mundo es la falta de comprensión de los demás. Está relacionado con el egocentrismo de cada uno, de cada grupo y de numerosas naciones. Para remediarlo, es necesario un mínimo de voluntad de comprender. Para ello necesitamos conocer los diversos tipos psicológicos, pero sobre todo necesitamos empatía. Es una condición indispensable para una comprensión auténtica de los demás. La tendencia a juzgar o a criticar desaparece gracias a la comprensión profunda engendrada por la empatía, el sentimiento de comunión y de fraternidad. A partir de entonces nos convertimos verdaderamente en actores de nuestras vidas en un sentido positivo, porque la buena voluntad es “una voluntad que escoge y quiere el bien”.6

Si he unido voluntariamente los términos altruismo y buena voluntad, es porque son inseparables e incluso bastante parecidos en su definición, siendo el altruismo «la preocupación desinteresada por el bien de los demás».7

El monje budista Matthieu Ricard, escribió una Defensa del Altruismo, una obra muy documentada en la que responde a la pregunta:

«Para ser feliz ¿es mejor ocuparse de los demás o pensar exclusivamente en uno mismo?Las investigaciones en psicología social han demostrado claramente que la satisfacción engendrada por las actividades egocéntricas es menor que la que se deriva de las actividades altruistas.» (p. 342).

En otras palabras, el altruismo constituye una de las principales fuentes de felicidad y de florecimiento en el ser humano.

La buena voluntad es una voluntad de actuar para el bien. Es una fuerza activa cuya acción es constructiva, capaz de lograr un mundo nuevo. Ello implica el desarrollo de una nueva cultura; una cultura que sustituya la competición por la colaboración, la indiferencia por la empatía, el individualismo egoísta por el altruismo y la fraternidad.

Esta nueva cultura pondrá de relieve la buena voluntad, y sabiendo que es contagiosa, los ejemplos que manifiesten relaciones humanas correctas florecerán en el paisaje mediático. Es el deseo que podemos tener si elegimos desde ahora cultivar una visión positiva y constructiva para el futuro. 

Trancripción del francés. Presentación realizada  en;

BUENA VOLUNTAD MUNDIAL · FORUM 2022

1. Roberto Assagioli, El Acto de Voluntad, p.69

2. Conocida expresión de las enseñanzas de Alice Bailey

3. Batson & Shaw 1991, p. 114

4. Roberto Assagioli, La Voluntad liberadora, p.69

5. Roberto Assagioli, El Acto de Voluntad, p.22

6. Roberto Assagioli, El Acto de Voluntad, p.85

7. Diccionario Larouss

2 comentarios en «Buena Voluntad, la Esencia del Florecimiento Humano»

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