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"Si contemplamos el futuro y comparamos lo que esperamos para la humanidad con lo que pareceser el estado actual del mundo, comprenderemos, cada vez mejor, cuánto depende de las actitudes y acciones de todos y de cada uno de nosotros". Mary Bailey

La voluntad buena · Una cuestión de principio

Nuestra civilización ha adoptado formas de vida que no solo son antisociales, sino que van contra el verdadero bien de todos y de cada uno.  La humanidad está en conflicto y es incalculable el desperdicio de energías volitivas, tiempo y dinero, tampoco podemos obvia el gran aumento de sufrimiento humano generado por este desequilibrio

Cuando se aboga por una línea de acción en el manejo de una crisis, se define como única acción, la que sostiene “el principio que se defiende». Pero en casi todas las situaciones de crisis existen varios principios operativos: los que contemplan la situación desde una perspectiva de beneficios a corto plazo o interesados en la ventaja de alguna unidad o grupo particular – y que discutirán desde un conjunto de principios bastantes diferente- a los principios esgrimidos por quienes están interesados en objetivos a largo plazo y en el bien de la totalidad. Y cuando se identifican y apoyan principios distintos, a menudo se produce una señalada divergencia de opiniones en cuanto a la gorma de acción requerida; cada una de estas interpretaciones puede ser consecuente con sus principios y dentro de su contexto, cada una puede estar en lo cierto.

Pero existen principios mayores y menores, derechos mayores y menores.

Los principios que han condicionado la vida humana a lo largo de las épocas pasadas, han servido para equipar al individuo para funcionar en la sociedad, constituyen una segunda naturaleza para la persona de buena voluntad. Estos principios son los relacionados con la construcción del carácter y encarnan las reglas, comúnmente aceptadas, relativas al vivir con dignidad, desde la comprensión de que son posible las relaciones justas entre grupos y naciones.

El éxito de estos esfuerzos depende de establecer gradualmente la armonía en la voluntad de todos – algo difícil pero no imposible. Porque las diferentes aspiraciones individuales pueden caber en el ámbito de una más amplia solidaridad humana.

Todo este esfuerzo es básicamente una cuestión de “voluntad.

La persona de buena voluntad puede responder a una nueva dimensión de la verdad y discernir un patrón de relación más elevado con el que la humanidad está destinada a cooperar, unos principios que están esencialmente relacionados con el mayor bienestar para el mayor número.

Mientras que los principios menores se ocupan del bien del individuo o del grupo separado, esta nueva dimensión de la verdad mayor, se ocupa del grupo en relación con la totalidad: con la unidad, síntesis e interdependencia.

La evolución de los derechos y libertades humanos universales puede observarse como un efecto de la transmutación del principio menor, de amar al prójimo, al principio mayor del amor a la totalidad de la familia humana. Y, ciertamente, se están expresando los principios más elevados en todo cuánto se está haciendo para construir unas correctas relaciones humanas y un sentido de comunidad mundial. Existen en cada ser humano los gérmenes de todas las virtudes y de todos los vicios en potencia y reconocer los propios del alma – los que obedecen a un principio mayor – requiere desarrollar intuición, discriminación y sabiduría.

Cuando las personas de buena voluntad, en un número cada vez mayor, elijen mantenerse del lado de los principios más elevados de unidad y correcta relación, abren a la humanidad, en su totalidad, a ser receptividad a la verdad mayor.

Este acercamiento para desarrollar la receptividad a la verdad mayor introduce un nuevo aspecto en el entrenamiento de la voluntad individual y encara otra tarea superior: la de disciplinarse y seleccionar las metas coherentes con el bienestar de otros y con el bien común de toda la humanidad. 

Existen dos métodos para lograr esta tarea:

  • La eliminación de obstáculos. Venciendo el egoísmo que proviene de un deseo de poseer y dominar; movilizando la voluntad hacia el bien, de modo que se dedique la energía necesaria a este importante propósito. Venciendo el egocentrismo que tiende a hacer el yo personal el único punto de referencia, a considerar todo solo desde el ángulo de la propia personalidad, sobre las ideas propias y sobre propias reacciones emocionales; la eliminación de este obstáculo requiere un cambio de perspectiva y la voluntad e intención de comprender lo que impide la comprensión de otros.

No es posible una comprensión existencial genuina sin la empatía: la proyección de la propia existencia hacia la de otro ser humano. Su desarrollo y su uso exigen una actitud impersonal y de olvido de sí mismo; esto puede alcanzarse despertando activamente ó permitiendo ser invadido por un vivo interés humano en la persona que se quiere comprender. Es una cuestión de voluntad buena.

  • El desarrollo activo y la expresión de una voluntad buena.

Por otra parte, el individuo no es estático, ni inmutable, sino que está en un estado continuo de cambio. Cada uno puede dirigir y regular su propio proceso de cambio;toda crisis de la vida abre la puerta de las posibilidades o construye un muro separado. Esta influencia sobre los otros la ejercitamos continuamente, lo deseemos o no, seamos o no conscientes. Y mientras más nos damos cuenta de esto, debemos poner mayor atención para que nuestra influencia sea benéfica y constructiva. Todo depende de nuestra intención. Por lo tanto, fortalezcamos la responsabilidad de la influencia benefactora o dañina que cada uno tenga sobre otros.

La comprensión más completa posible de los otros constituye un elemento invaluable en el ejercicio de la voluntad buena, de la buena voluntad, una voluntad que selecciona y quiere el bien;  una expresión de Amor.

Cuando las personas de buena voluntad en número cada vez mayor elijan mantenerse del lado del principio mayor de Buena Voluntad, se producirá la elevación a nivel civilización en nuestro forma de pensar, amar y de actuar; en nuestra vida inmediata y en relación con la Humanidad Una.

 

Referencias: «El Acto de la Voluntad». Roberto Assagioli. «Los Problemas de la Humanidad». Buena Voluntad Mundial 

 

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